"Ahora que el fuego avanza" (Cuento) de Vanessa González


Ahora que el fuego avanza, pienso en ti. Tengo tiempo, estoy en el segundo piso y las llamas bailan en el living, abajo.


Solía contarte los detalles de mi día. Aunque me guardaba una parte. Esa que espero que sepas aunque no te la haya confesado.


En la mañana el sol me despertó. Siempre olvido cerrar bien la cortina. Me puse la almohada en la cara e intenté seguir durmiendo, pero un pájaro cantó en el árbol del jardín y otro le respondió un poco más allá. Recordé que hoy es el día y me levanté.


Ya en el baño, me miré al espejo mientras el agua se calentaba. Tengo ojeras, un par de granos en la mejilla derecha y el pelo disparejo. El vapor de la ducha fue desapareciendo mi reflejo y ya no pude verme.


El agua estaba caliente, como las tablas de madera del suelo ahora. Me recordó a los baños que me dabas cuando niña. Vamos a dejarte muy limpia, decías. Un día, mi mamá llegó antes. Estuvieron gritándose por horas. Ni siquiera se acordaron de sacarme. Me quedé en la tina hasta que se me arrugaron los dedos de las manos y de los pies. Hasta que el agua se puso fría. Hasta que dejaron de gritar.


Después de la ducha, abrí las cortinas y miré el árbol del jardín. De niña imaginaba que era mi hermano, transformado por una bruja. Jugábamos al té, hacíamos pasteles de barro y a veces discutíamos. Mi mamá quiso llevarme al psicólogo, decía que no era normal. Tú me entendías mejor, incluso cuando dejaste de bañarme. Encontramos otras formas de estar juntos. 


El fuego avanza por la escalera y sigo pensando en ti. En los secretos que me enseñaste a guardar. Primero fueron los baños, después las pijamadas y después lo otro. Decías que era nuestra pequeña venganza. La sociedad no nos entendería, hija, me susurrabas, raspándome con la barba. Me tapabas la boca para que no gritara y después me hacías cosquillas. Pienso en lo que no te dije. ¿Por qué no te lo dije?


Todo se quema. Los peluches de mi primera infancia. Los vestidos de la adolescencia, los jeans que ya no me entran. Los diarios de vida con nuestros secretos. Las cartas que no te entregué. Los platos, astillados en los bordes. Todo. La casa será un cascarón ceniciento, con ecos de gritos y de silencios. En especial de silencios. Esos que casi se palpan, que incluso huelen un poco a moho. 


Pobre, las otras casas se deben burlar de ella, de su pintura descascarada y sus ventanas siempre oscuras, de las cortinas raídas y eternamente cerradas, de su aura de abandono. Ya no se burlarán, ahora le tendrán pena. A no ser que el fuego también las queme.


El fuego llegó al fin. Lo último que pienso es que no necesito decirte eso que nunca te he dicho. Tú lo sabes. ¿Alguna vez te importó, papá?

--------------------------------------------------------------

Redes de la autora:

https://instagram.com/decrisalidamariposa

Comentarios

Entradas más populares de este blog

"Líneas mojadas sobre la mesa" (Cuento) de Diego Carrizo

"Perlas de Luna Triste"-Maximiliano Bessone

"Caput" (Cuento) de Sofía Carrizo