Reseña de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Philip Dick, por Martín Domínguez
Prohibido no enamorarse.
De la película y el libro. Debe ser uno de los pocos casos-sino el único- en que tanto la novela como la película son historias alternativas (no paralelas) que pueden disfrutarse sin que se toquen, son maravillas artísticas que tienen derecho a existir cada una por su lado con sus propias historias, a pesar de compartir casi los mismos personajes. Ambas son creaciones de un mismo espacio oscuro, distópico, donde todo fue desterrado (no destruido). La gente "importante" vive en Marte y el "resto" en la Tierra, donde la vida ha prácticamente desaparecido, y lo que hay son "réplicas" de las cosas (esto es permanente en la novela). La Tierra está devastada, y cada persona hace lo que puede para sobrevivir. La profundidad existencial en Blade Runner está puesta en los replicantes, y en la novela en Deckard, pero en ambas está. La película es más un thriller de acción con matices de policial, y la novela es más un policial negro que habita en un mundo de ciencia ficción. La poética de la novela y la poética de la fotografía de la película son extensiones la una de la otra, se complementan.
Pero esta reseña es sobre el libro. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?(1962) es una novela corta , y eso implica como diría Piglia, que lo no narrado pesa más sobre lo que sí se narra. El enigma, el secreto a develar de Deckard es lo que lo lleva a luchar contra su propia realidad y especie, todo el mundo está devastado, hay gente que vale más que otra. La gente "normal" y "necesaria" vive en Marte, el resto en la Tierra, y los que son "especiales" (están por fuera de lo que deberían ser-normales) son neutralizadxs, y delegadxs a oficios mínimos. Hay seres "divinos" en disputa: un credo a un ser divino con el que pueden conectarse, el Mercerismo; contra el amigo Buster que presenta en la TV junto a una compañera y está 24 horas al aire porque son inmortales. En medio de esta situación, del planeta devastado, los animales no sobrevivieron, y los que quedan son artículos de lujo, y las réplicas también.
Así como hay réplicas de animales, también de humanos, pero que están hechas sin empatía para ser maleables y diferenciables , se les da poca vida para que sean desechables, y se les usa como servidumbre. Se crean replicantes como ganado. El problema es que evolucionan, y por supuesto quieren sobrevivir, un grupo de Nexus 6, logra escapar, infiltrarse entre la humanidad, y luchar.
Contra el grupo de replicantes existen los policías que se dedican a "retirarlos", son recompensados por cada trabajo que hacen. Richard Deckard no es el mejor en su profesión, pero es la única opción que tienen cuando uno de sus compañeros es malherido.
El dilema en Deckard existe en él, en su esposa y en todas las personas que habitan la Tierra. Se conectan entre todos con Mercer ( el líder religioso) y se sienten uno, incluso se vuelve una especie de droga, tienen máquinas que inhiben sus depresiones, pero el dilema termina siendo más fuerte cada vez. A medida que Deckard va asesinando replicantes va aumentando su conflicto interno, porque cada vez le cuesta reconocer la diferencia entre la especie humana y la replicante. Incluso se enamora de una replicante, Rachel, y ella de él, a pesar de que no sienten empatía como replicantes supuestamente.
Deckard "retira" eventualmente al grupo de replicantes con ayuda inesperada de Mercer, y Rachel. Mercer es perseguido como un fraude, y el otro grupo se hace con el control de la Tierra, pero el pozo de Deckard es cada vez más profundo. Se va al borde, a los límites de lo tóxico del mundo, y encuentra un animal vivo.
La novela es profundamente existencialista, está hermosamente escrita, y ahonda terriblemente en los personajes de una forma monstruosamente sencilla (en el mejor de los sentidos). Como se darán cuenta esta reseña no es parcial, amé la novela desde la primera palabra hasta la última.
Aconsejo no ver la película pensando en la novela y viceversa, son obras maestras que merecen existir por derecho propio. Aunque habiten un mundo similar, los personajes, la composición, y la historia son muy diferentes.
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