Roto marco centra todo: reseña de “La tierra más ajena” de Alejandra Pizarnik




 por Martín Domínguez

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¿Cuál es el sentido hoy día de reseñar a Pizarnik si sobra gente especialista en la poeta e investigaciones sobre su obra?Podría dar muchas razones. La primera, el libro de poesía como objeto. Muy pocxs poetas, buscan o trabajan sus libros de poesía como un todo, sea porque no se dio así el trabajo poético (y es totalmente válido), sea porque las editorial exige poemas en cualquier cantidad, porque hoy día se lee amontonado y rápido. 


    Antes, quizás desde 1970 para atrás (no pretendo ser exhaustivo), cada libro de poesía tenía una unidad, no necesitaba 80 poemas en 150 páginas, sino que los poema reunidos eran fotos de un momento, la búsqueda plasmada en un libro. 5 poemas alcanzaban para un buen libro de poesía. Recuperar y darle entidad a “La tierra más ajena” (1955) de Pizarnik como un primer libro, permite darle otro valor al libro, más que ser solamente una huella de lo que después Pizarnik iba a ser. Esa cuestión épica sesgadora de cómo contar la vida que tenían lxs griegxs aún la mantenemos, y vicia los relatos históricos. Ellxs hablaban de grandes linajes y luego de momentos de éxtasis/triunfo/flor de la vida de lxs personajes históricos.  Y con el diario del lunes lo seguimos haciendo, convirtiendo a las personas en mártires o en figuras heroicas. No sé si Pizarnik tenía ya atisbos de locura; si era una genia del arte; si era el personaje el de los poemas o solamente era una pose; o una adolescente que sufría y buscaba algún sentido en la vida. No hay nada que agote la vida y la subjetividad de las personas. Un profesor nos decía en Filosofía que si las predicaciones que hacemos sobre nosotrxs mismxs y sobre lxs demás agotaran lo que somos, entonces debería haber una uniformidad, los cambios serían previsibles a lo largo del tiempo, predecibles. Solo con pensar y reflexionar alcanzaría, pero evidentemente no es así. Quizás fue todas esas cosas, aunque en realidad no, fue mucho más que cualquier cosa que podamos decir de ella, y ella pudiera decir de sí misma. 


    Nos enseñan, aprendemos y heredamos, que nuestras opiniones y reflexiones siempre tienen que ser absolutas, lo querramos o no, lo hacemos. Concluimos artículos, notas, trabajos prácticos, tareas del colegio hablando con absolutos “La historia”, “La Poesía”, “El general San Martín”, etc. Luego lo olvidamos y divinizamos, condenamos y convertimos un momento en el todo. 


    Las emociones tienen otra temporalidad diferente a la de la “racionalidad”, pero seguimos jugando a la separación entre razón, emociones, corazón, cuerpo, y demás binarismos e inmortalidad; de ahí nuestra ética, nuestro arte e ideales. En un libro de poesía, la primera poesía puede deslumbrar y la segunda ya no, o viceversa, a veces todo el libro, pero no siempre, lo que se deshace de nuestra mortalidad juega en los pasajes de un poema al otro (ven cómo pienso en absolutos). Es la única forma de pensar/sentir, pensar/sintiendo, este juego estúpido filosófico de pensar y jugar con las palabras no es azaroso. Estoy seguro que la poesía de Pizarnik tiene algo de eso en “La tierra más ajena”, algo roto, que va a crecer, es una Pizarnik de 21 años. Para quienes escribimos, sabemos que el yo poético no es el yo biográfico, pero no deja de ser parte nuestra, de ser nosotrxs, porque en realidad no somos nada, y el yo biográfico no es más real que ningún yo. Todas estas predicaciones no nos agotan como gente que existe. 


      roto marco centra todo  empieza el poema “Seguiré”, ¿importa qué quiso decir o cómo me suena? Ese verso podría ser una directriz para cualquier cosa que pensemos o hagamos siempre. No reniego de otros análisis, a mí, me sale uno de este tipo, guiado por un interés vital, y porque tengo que entregar el artículo. Porque estoy en cuarentena, porque sino escribo qué va a ser de mi vida. Yo también tuve 21 años como Pizarnik, publiqué un libro de poemas como ella, y eso sí es universal, por más diferente que sean las experiencias intransferibles, hay algo de la forma aristotélica que es universal, no por igual, sino por rota justamente, si fuera la experiencia igual para todxs, seríamos todxs la misma persona. Y la publicación de un libro no determina a dónde vas o a dónde fuiste, las cosas cambian nos gusten o no. 


     Desde ya me parece una pelotudez hablar de “irracionalismo”, o “experimento poético” como leí en algunos trabajos, le quita su vida al libro (como algo que existe y se planta como tal en el mundo). No hay puntuación, lo que implica una no-normatividad o normatividad rota, prueben de escribir sin signos de puntuación o sin mayúsculas y me cuentan. Sí comparto con alguno de esos artículos la lectura de los objetos románticos (del romanticismo): catacumbas, flores, lluvia, lumbre, astros, soles que aparecen en el libro, y agrego que lo lírico está atrapado en el verso libre, y atrapado y potenciado por el verso libre. Todas aquellas imágenes que se vinculan a la calle, y a quien divaga y deambula:


Miraba los coches en arreglo


sin sus vestiduras metálicas 


las partes delanteras semejaban 


calaveras recién estrenadas 


Un sol amarillo dejaba caer indiferente 


pedazos luminosos de algo coloreado 


más las sombras persistían 


aún en los retazos del astro.


No hay nada más violento, punzante, y raro que el chasis de un auto, sobre todo cuando fue quemado en la calle. Si nunca tuvieron esa experiencia quizás no lo vayan a entender, esa búsqueda propia de Pizarnik y el encuentro con esas imágenes cotidianas, como la que se da en “De mi diario” de algún lugar se saca. Quizás en este libro esté entremezclando la música, la contemplación poética romántica de todo, la angustia, la oscuridad y el amor. No pasar por ciertas experiencias o no ir más allá de unx mismx hace que también sean difíciles de captar ciertas cosas. Pero adolescentes fuimos todxs, si negamos esa experiencia por ser  pseudo adultxs vamos mal. La adolescencia busca un límite donde el mundo ya se reveló como abandono, y ese límite nunca llega, solamente es conformidad con cierto sentido que el mundo nos devuelve de pseudorealización (de volverse real como persona) en giladas como el trabajo, el estudio, etc. La búsqueda nunca deja de ser adolescente, la voracidad de dar palabras a algo que no se entiende y que es incomprensible, siempre va a ser algo que no puede ser adulto. De ahí “Poema a mi papel”, o así lo imagino, porque pegando fragmentos en el Word jugamos a puntualizar cosas más allá de nosotrxs, y de verdad lo logramos, al no poder agotar las lecturas:


leyendo propios poemas

penas impresas trascendencias cotidianas

sonrisa orgullosa equívoco perdonado

es mío es mío es mío!

leyendo letra cursiva

latir interior alegre

sentir que la dicha se coagula

o bien o mal o bien

extrañeza de sentirse innatos


Pleno surrealismo, adolescente, sí obvio que cierto contexto va a estar. No es casual empezar con una cita de Rimbaud. Hasta que la épica del siglo XX no cayó, “ser poeta” era una tarea vital cuasi griega de buscar la belleza y bajarla a la tierra de los mortales, pero el verso libre no hizo más que desangrar desde adentro ese ideal. 


Leer, leer el libro, leer a Pizarnik, leer cada libro como un mundo propio como un roto marco que centra todo. Sino después se terminan diciendo cosas como que la poesía de Pizarnik no tiene carne, que su poesía es abstracta. Si es abstracta, si falta carne en los libros siguientes, es por su autoreferencialidad, su mundo es demasiado ensimismado. En “La tierra más ajena” todavía hay “mundo de afuera”, pero después el mundo entra dentro de su otro mundo,  poético existencial, y no vuelve a salir. Nadie puede decir que no está contextualizada o escribiendo en “su momento histórico”, eso es una boludez, es la gilada de “adelantada o no adelantada”, porque se piensa el tiempo como un reloj. No tenés alas. Nadie está exentx de la temporalidad. Dejémonos de joder. ¿Dónde empezás vos, termino yo, empieza el tiempo y el mundo, ahora, ahora, ahora ya pasó, ahora ya pasó, ahora ya pasó? Y sin embargo estás leyendo esto ahora. Leamos lo que está en los poemas, y leámoslo como una partitura, en el conservatorio te enseñan que la partitura está muerta hasta que le chupa el alma a alguien y la ejecuta.  


    Pero, escuchar la voz de Pizarnik en la única grabación que hay https://www.youtube.com/watch?v=coe1Bw4IM7A, le da un halo de más oscuridad, de una voz pesada, ronca, Graciela Borges leyendo poesía. El tono impostado romántico atrapado en el verso libre, pero con más densidad que cómo solemos leerla. Y está bueno restarle a la lectura lo mártir, lo sufrida y escuchar/leer. Evidentemente sufría como todo el mundo, enamorarse por ejemplo: 


mi pluma retarda el TÚ anhelante

mi sien late mil veces TU nombre

si tus ojos pudieran venir!

acá sí amor acá

entre las sombras el humo y la danza

entre las sombras lo negro y yo


Nadie escapa del amor, porque no hay de qué escaparse. Y a la vez las sombras, y lo oscuro siempre fueron parte de Pizarnik, y a la vez no, porque una vez que murió se terminó, así como antes de nacer no lo tenía (parece una obviedad, pero hay que desacralizar un poco). No se traguen el cuento de sufrir para escribir, así toda la vida sería una tensión entre escribir o suicidarse, que en algunos casos lo es, pero en otros no. Evidentemente sufría y su sufrimiento no es menos porque todo el mundo sufra, la culpa es nuestra por romantizarlo, y de ella por a veces hacerlo con el suyo. Más que culpa, es ser humanx. Como seres humanxs no estamos exentxs a la felicidad y al resto de emociones. A algo que nos llené. Las figuras de la radio, el cocktail, y un blue dentro de ella, hablan de jazz, de la radio, de admiración por lo francés y de la música que pueden imaginarse cerca de ella :


Se sentía cansada ante las nubosidades 


que no se movían 


un blue rumiaba aburrido en su interior


 pasos extravagantes marcaban sus dedos


 movilidad acompasada de alfombra y ballet.

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