Reseña de “Piel Oculta” de Victoria Badino y Lucía Esteban, por Martín Domínguez
Cuando la lengua no alcanza, hay un lenguaje oculto: detrás de la piel, adentro de la piel…
Lo que me surge y me detiene violentamente al leer esta introducción de las autoras, son las ganas de pelear. Hay algo que me hace ruido, que molesta, jode, rompe,
Una voz, un murmullo,
el canto, el aullido eterno
quiebran las paredes e irrumpen en mí
Voces con las que me peleo y las peleo, con las que discuto y las discuto: Paul Valery, lo profundo es la piel, Cortázar, las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma, Pizarnik, lo que pasa con el alma es que no se ve, Platón, el cuerpo es la cárcel del alma, Foucault, el alma es la cárcel del cuerpo. ¿Cuál, cuál es la necesidad de otro lenguaje?
Golpes en el cuerpo
que susurran viejos miedos no resueltos
y antiguas promesas no cumplidas
Hay golpes en la vida tan fuertes, yo no sé, como del odio de Dios diría Vallejo. De entrada el libro me sacudió, tengo que reconocer lo que todxs ya sabemos, los debates son para pelear, tener razón es una cuestión de dominación, destripamiento, renuencia a la renuncia: ganar. Pero así y todo, las tensiones por debajo siguen y están ahí:
Y sin darnos cuenta,
van creciendo,
tan adentro,
tan despacio,
como un veneno expandiéndose.
El poemario Piel Oculta de Victoria Badino y Lucía Esteban, es en esencia la tensión. No una diferencia o un problema, sino la tensión. La de tocar por ejemplo, que implica también ser tocado, al tocar tocamos, cuando nos tocan se tocan, y discutir, querer, pelear, tiene que ver con eso, no con la racionalidad de nada sino con la guerra silenciosa que no puede dejar de recordarnos la carne desde la que partimos y la materia que compartimos con los demás, y el vacío del cielo, el cosmos que de ordenado no tiene nada. Todas poesías que son y atacan la tensión, el límite, la promesa de más y la espera devenida en menos, las palabras, la piel, el amor, una y otra vez el instante (que aparece en un poema en mayúscula), el fuego (mil veces), y la piel siempre la piel, oculta y descubierta, adentro y afuera.
A veces es cuestión de leer un poco más, sigue la introducción:
Allí nos ahogamos cuando el cuerpo pesa y resurgimos en la palabra que nace de la desesperación del desgarro. En ese cuerpo abierto, expuesto, surgen hoy estas voces
Primero en el risco, claro, se convoca, desde el primer poema, el absoluto o no absoluto:
Te rezo a vos, Dios o Vacío
para que hagas de mi tiempo
un eterno instante de poesía,
una gota gorda
y gruesa
que caiga dentro lentamente de todo el estanque
pero siempre diferenciándose por su esencia,
El yo no existe, está partido, es la tensión la que habla, y necesita afirmarse sea en el vacío o en la nada.
De un lado, los que se encuentran
del otro, los que también lo hacen,
pero con la soledad.
¿Y si en la soledad somos más de uno?
¿Estamos verdaderamente solos?
¿Promesas vagas y vanas de la mortalidad? ¿Podemos seguir preguntando estúpidamente si la angustia existencial es burguesa, si la filosofía y la poesía son abstractas? Mejor, prometer.
Alma verde avasallante con su furia promete
Ir más allá de lo creado.
Sabemos que no podemos ir más allá, es un juego, que empuja.
En la oscuridad de la derrota
en las hojas vacías
papeles rotos, guiones sin sentido.
Palabras, cuentos, promesas, utopías, distopías, no hay andar sin todo ello ¿Poemas o poesías? La duda va, viene por todo el libro, se despliega de una punta a la otra.
Encontré una clave, y no voy a dejar de discutirles la necesidad de un lenguaje oculto, pero no hay nada que discutir. Ellas también se lo preguntan, cada pregunta es una herida abierta, un destajador vivo, un filo que brota al abrir el libro, lo otro que no sé si es , si soy, si somos, si son ellas, si soy yo, si nada es, si todo es, si todo es nada, si lo profundo es algo, si lo que retumbó en el abismo es el fondo.
¿habrá alguien capaz de sumergirme
en las profundidades más ocultas de mi océano?
(…)
Ver entre la multitud una mirada incineradora,
ardiente como un poema sin rima,
capaz de quemar el hierro como un rayo fascinador,
y avezada a congelar el alcohol.
Quiero buscarte en el poema que nunca escribí.
Y si no te encuentro ahí,
quiero hallarte en la creatividad misma,
que nace del cuerpo que vos incendiás.
“¿Por qué, por qué citás tanto?” , me preguntarían con razón, qué sé yo sería una posible respuesta, porque estoy peleando una mejor. Porque me voy, me voy a ir, a deshacer, yo que escribo esto, ellas que dejaron alma, cuerpo, lenguaje del cuerpo y lenguaje oculto en cada poema, y usted, lectorx.
Avanza tras el humo un vacío
el llanto que es ceniza,
un disparo
los cuerpos que se esfuman, explotan y se degradan
en lo invisible
se ausentan
y somos cada uno de nosotros los que desaparecen
El punto ciego que nos dan Victoria y Lucía, la tensión entre la imaginación-la muerte-el instante-el fuego, se da en la vivencia ni siquiera en la vida:
Un ángel de piedra acecha en mi cuarto,
no desaparece hasta con los ojos abiertos
No hay ninguna referencia estilística, artística o de género en esta reseña, sino una pelea estúpida, que no es más que un golpe de miedo, Piel Oculta de Victoria Badino y Lucía Esteban y la reconstrucción de un artificio, de una tarde, de un lenguaje oculto que dejaron salir desde lo oculto de la piel, que yace también en todas las otras pieles y por eso golpea, el final y el principio que nunca empiezan, nunca terminan, que vienen y se van, la piel oculta
nació antes que las ideas
y sale cuando quiere,
chorreando sangre,
desapareciendo.
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