Hedonismo Revolucionario
Por Martín Domínguez
¿Hay que pedir perdón por sentir? Todos están muertos.
El pequeño cristiano recorre las calles apenas asoma el despertar del sol.
-Si Dios está muerto, entonces todo está prohibido. Si en cambio Dios está vivo, todo está permitido- grita en los tiempos que corren, llega a la puerta de una casa y roba un diario, lee los encabezados, “Guerra contra el terrorismo”, “Guerra por la paz”, “Money makes Money”.
El pequeño cristiano saluda a la gente que se levanta por sus gritos y lo putea, el saluda a todos por igual. Hay que amar al prójimo, amar a los hijos de Dios que son como el mando a hacerlos, Dios todo lo perdona, todos somos pecadores, todos amamos al prójimo, y… todos estamos muertos…, es el cielo o el infierno, aquellos que no siguen el plan de Dios serán castigados aunque siempre podrán tener la misericordia del señor, por más vivos que estén. El pequeño cristiano es voceado por una de sus voces interiores, le dice que no puede existir la maldad, la violencia, la lujuria, la pereza, que solo el amor divino puede vencer al terrenal, y que si es así…todos estamos muertos…
¿Hay que pedir perdón por sentir?
El corazón reposa de nostalgias grises en el cajón de un secreter. Entre al desorden de un altillo sin edad, al cuchitril donde se esconden restos inútiles, y no encontré mi voz, encontré múltiples voces, robe la tuya, palabra robada y devuelta, mito, mito de vos, voz de vos, mivoz, mivos, mitovoz. ¡Oh, soledad! ¡Soledad, patria mía! diría el cristiano que entra en un bar y ahí está sentado en una mesa, se saluda y finge una sonrisa. Casi triste, como si de verdad le importase, la sangre espesa, roja como la grana que llora por sus ojos, ve la muerte eterna de la mente en la cabeza, putrefacta no se puede sacar, el olor espanta lo que queda de vida, silencio de muerte y velorio.
La gente que asiste a los funerales ya está muerta, condena el pecado de nacer, todos son pulcros, buenos, amables, a todos les pesa, pésame, a todos les pesan los demás. Ojos vacíos, sonrisas forzadas clavadas con clavos, abrazos que se consumen como cigarrillos, que humo por todo el cuarto de cenizas, y neblina para el no-yo: muchos elogios y condolencias.. ¿En cuántas superficialidades se va la vida? Flores y cabezas de plástico, todos son santos con manos manchadas de sangre y de tinta por firmar recibos de tarjetas de crédito, se revuelven en su mierda habiendo matado a Dios. Qué solos se quedan los muertos. ¿Y los fantasmas? suben al altillo sin edad y gritan a viva voz desgarrados para recordar lo que fueron, mierda o estiércol. Peor suerte corren los vivos, el infierno correrán que les hacen vivir día a día, vivir se vuelve solo cuestión de ser para la vida, pobres vivos, tan vitales y sensibles.
¿Hay que pedir perdón por sentir? Lo siento, Perdón.
Yo imagina, imaginario, cuando habla se pierde, y no puede perder(se) dos veces.
En los tiempos que corren ser hedonista es ser revolucionario. ¿A quién se espera si están todos muertos? ¿A quién se extraña si estamos todos vivos? Todos creen ser ciegos, pero son los lazarillos, se fían de que pueden ver, bah, creen que ven. La vida muere en ellos, con ellos, por ellos, nos enseñan bien-mal, ¿Nos enseñan bien el mal? ¿Nos enseñan que el bien se da mediante el mal? La vida para ellos es binaria, blanca o negra, es maniquea, la vida es un maniquí. ¿Les dije que ser hedonista en los tiempos que corren es ser revolucionario? Un hombre es un voto dijo un viejo hijo de mil puta.
El pequeño cristiano se hace amigo de un vecino, hay que perseguir a los vivos, hacer valer no la ética, sino la moral, la moral desde luego, hacer de su moral, la vida. La única verdad es la realidad, ¿de quién?, la vida bajo su moral, bajo su política, bio-politica.
¿Les dije que ser hedonista en los tiempos que corren es ser revolucionario?
¿Hay que pedir perdón por sentir? Lo siento, Perdón.
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