Traducción de “The Queer Nation Manifesto”
traducción por Joaquín Rodríguez
corrección por Laura Arnés y Sofía Collavino
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Manifiesto repartido originalmente entre personas marchando con el contingente ACT UP (siglas de AIDS Coalition to Unleash Power, o Coalición contra el SIDA para Desatar el Poder) en el desfile del orgullo gay de Nueva York, 1990. –
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Cómo puedo decirte, cómo puedo convencerte, hermano, hermana que tu vida está en peligro. Que cada día que te despertás, relativamente feliz, un ser humano funcional, estás cometiendo un acto de rebeldía. Vos como unx queer vivx y funcional sos revolucionarix. No hay nada en este planeta que valide, proteja o aliente tu existencia. Es un milagro que estés acá leyendo estas palabras. Deberías, por todos los motivos, estar muertx.
No te engañes, la gente heterosexual es dueña del mundo y la única razón por la que fuiste perdonadx es que sos inteligente, suertudx o unx luchadorx. La gente hétero tiene el privilegio que les permite hacer lo que se les cante y cojer sin miedo. Pero no sólo viven la vida sin miedo; presumen su libertad en mi cara. Sus imágenes están en mi tele, en la revista que compré, en el restaurante donde quiero comer y en la calle donde vivo. Quiero que haya una moratoria del matrimonio hétero, en los bebés, en las muestras públicas de afecto entre gente de sexos opuestos y en las imágenes mediáticas que promueven la heterosexualidad. Hasta que yo pueda disfrutar la misma libertad de movimiento y sexualidad, su privilegio como héteros tiene que parar y ser dado a mí y a mis hermanas y hermanos queer.
La gente hétero no va a hacer esto voluntariamente, así que hay que hacerlo a la fuerza. Hay que asustarlos para que lo hagan. Aterrorizarlos. El miedo es la motivación más fuerte. Nadie nos va a dar lo que merecemos. Los derechos no se otorgan, se toman, por la fuerza si es necesario.
Es más fácil pelear cuando sabés quién es tu enemigo. La gente hétero es tu enemigo. Son tu enemigo cuando no reconocen tu invisibilidad y continúan viviendo y contribuyendo a una cultura que te mata.
Cada día unx de nosotrxs es tomadx por el enemigo. Tanto por el SIDA, gracias a la inacción homofóbica del gobierno, como por una golpiza a lesbianas en un restaurant 24 horas (en un barrio supuestamente lésbico), estamos siendo sistemáticamente elegidxs y nos van a seguir desapareciendo hasta que nos demos cuenta que si agarran a unx de nosotrxs, van a tener que agarrarnos a todxs.
Un Ejército de Amantes No Puede Perder
Ser queer no es un asunto sobre el derecho a la privacidad; es sobre la libertad de ser públicx, de ser quienes somos. Es todos los días pelear contra la opresión: homofobia, racismo, misoginia, la intolerancia de los religiosos hipócritas y nuestro propio odio internalizado (fuimos educadxs, cuidadosamente, para odiarnos a nosotrxs mismxs). Y ahora eso obviamente significa también pelear contra un virus, y contra todos esos homo-odiantes que están usando el SIDA para borrarnos de la faz de la tierra.
Ser queer significa llevar un tipo de vida diferente. No tiene nada que ver con lo mainstream, con los márgenes de ganancias, el patriotismo, el patriarcado o asimilarse. No es sobre directores ejecutivos, privilegios y elitismo. Es sobre estar en los márgenes, definiéndonos a nosotrxs mismxs; es sobre cojer¹ en el género y sobre secretos; sobre lo que está abajo del cinturón y profundo en el corazón; es sobre la noche. Ser queer es comunidad porque sabemos que cada unx de nosotrxs, cada cuerpo, cada concha, cada corazón y culo y pija es un mundo de placer esperando a ser explorado. Cada unx de nosotrxs es un mundo de posibilidades infinitas.
Somos un ejército porque tenemos que serlo. Somos un ejército porque somos tan poderosxs (tenemos tanto por lo que luchar; somos la más preciada de las especies en peligro de extinción). Y somos un ejército de amantes porque somos quienes sabemos lo que es el amor. El deseo y la lujuria también. Nosotrxs los inventamos. Salimos del closet, nos enfrentamos al rechazo de la sociedad, enfrentamos a los pelotones de fusilamiento, ¡Sólo para amarnos! Cada vez que cojemos, ganamos.
Tenemos que pelear por nosotrxs (nadie más lo va a hacer) y si en ese proceso le damos más libertad al mundo en general, genial (ya le dimos mucho: la democracia, las artes, el concepto de amor, filosofía y alma, solo nombrando algunos de los regalos de nuestrxs antiguxs griegxs tortas y putos). Hagamos de cada espacio un espacio lésbico y gay. De cada calle una parte de nuestra geografía sexual. Una ciudad de anhelo y de satisfacción total después. Una ciudad y un país donde podamos estar segurxs y libres y más. Tenemos que revisar nuestras vidas y ver qué es lo mejor que tenemos, ver qué es queer y qué es hétero y ¡dejar que la paja de lo hétero se caiga! Acuérdense que hay tan pero tan poco tiempo. Y yo quiero ser amante de cada unx de ustedes. El año que viene, marchamos desnudxs.
Estoy Furiosx
Las hermanas fuertes le dijeron a los hermanos que había dos cosas importantes que recordar sobre las revoluciones venideras. La primera es que nos van a patear el culo. La segunda es que vamos a ganar.
Estoy furiosx. Estoy furiosx por ser condenadx a muerte por extraños que dicen “Merecés morir” y “El SIDA es la cura”. Me enerva cuando una republicana usando miles de dólares en adornos y joyas se pasea por las líneas policiales negando, riéndose y moviendo su dedo hacia nosotrxs como si fuéramos niñxs molestxs haciendo demandas absurdas o berrinches cuando no se cumplen. Furiosx mientras Joseph suplica por $8000 al año por un AZT que quizás lo mantenga vivo un poquito más y que lo enferma más que la enfermedad con la que lo diagnosticaron. Furiosx mientras escucho a un hombre decirme que después de cambiar su testamento cinco veces se está quedando sin personas para dejarles algo. Todxs sus mejores amigxs ya se murieron. Furiosx cuando me paro en un mar tejido², o voy a una marcha de velas o a otro funeral. No voy a marchar silenciosx con una vela de mierda y quiero envolverme en ese tejido y arrancarme el pelo y putear a todos los dioses que la religión creó. Me niego a aceptar una creación que se lleva gente en la tercer década de su vida. Es cruel y vil y un sinsentido y todo lo que tengo se quiebra ante el absurdo y levanto mi cara a las nubes y una risa rota que suena más demoníaca que feliz explota desde mi garganta y las lágrimas caen por mi cara y si esta enfermedad no me mata, quizás solo muera de frustración. Mis pies golpean la calle y las manos de Peter están encadenadas al escritorio de la recepción de una compañía farmacéutica mientras la recepcionista nos mira con horror y el cuerpo de Eric está pudriéndose en un cementerio de Brooklyn y jamás voy a volver a escuchar su flauta resonando en las paredes de la casa donde nos encontrábamos. Y veo a lxs viejxs en la plaza Tompkins acurrucadxs en sus largos abrigos de lana en junio para mantener fuera el frío que sienten, intentando aferrarse a lo que la vida todavía tenga que ofrecerles y pienso, ah, ellxs entienden. Y recuerdo a lxs que se desnudan y se paran frente a un espejo cada noche antes de ir a la cama y buscan en sus cuerpos alguna marca que no haya estado ahí ayer. La marca de que la peste lxs visitó. Y estoy furiosx cuando los diarios nos llaman “víctimas” y se alarman de que “eso” pueda esparcirse a la “población en general”. Y quiero gritar “¿Entonces quien mierda soy yo?” Y quiero entrar gritando al Hospital de Nueva York con sus bolsas de plástico amarillas marcadas con “Isolation Linen – Ropa infecciosa”³ y los maestranzas con guantes de látex y barbijos se alejan de las camillas como si sus ocupantes fueran a saltar y llenarlos de sangre y semen para pasarles la plaga. Y estoy furiosx con los héteros que se sientan cómodos envueltos en la auto-protección de la monogamia y la heterosexualidad, seguros de que esta enfermedad no tiene nada que ver con ellos, y de que solo les pasa a “Ellos”. Y los adolescentes que cuando ven mi pin de “Silencio = Muerte” empiezan a cantar “Los putos se van a morir” y pienso ¿quién les enseñó eso? Rodeado de furia y miedo, me mantengo en silencio mientras mi pin se burla de mí hasta que llego a mi casa. Y la ira que siento cuando en la televisión un programa habla del tejido y menciona la vida de los muertos y la lista empieza con un bebé, una adolescente que recibió una transfusión, un sacerdote bautista anciano y su esposa, y cuando finalmente hablan de un hombre gay lo describen como si fuera alguien que a propósito infectó prostitutos con el virus. ¿Qué podés esperar de un puto? Estoy furiosx.
[Sin título]
Desde que el tiempo es tiempo, el mundo fue inspirado por el trabajo de artistas queer. En respuesta tuvimos sufrimiento, dolor, violencia. A través de la historia, la sociedad hizo un trato con sus ciudadanxs queer: Tienen que perseguir carreras creativas, pero discretamente. A través de las artes lxs queers son productivxs, lucrativxs, entretenidxs y hasta animan a la gente. Estos son los limpios y hasta útiles productos de lo que, de otra forma, es considerado comportamiento antisocial. En los círculos de la cultura, lxs queer pueden llegar a coexistir silenciosamente con gente de elite que, de otra manera, lxs desaprobaría.
En el frente de la campaña más reciente para destruir artistas queer está Jesse Helms, un árbitro de todo lo que es decente, moral, cristiano y amerikano⁴. Para Helms, el arte queer es simplemente una amenaza al mundo. En su imaginario, la cultura heterosexual es muy frágil para soportar la admisión de la diversidad sexual o humana. Básicamente, la estructura de poder en el mundo judeo-cristiano hizo de la procreación su piedra fundante. Que las familias tengan hijxs es lo que asegura consumidores para los productos de la nación y la mano de obra para producirlos, además del sistema intrafamiliar para que cuide a sus enfermxs y así reducir el gasto de los servicios públicos de salud. Todo el comportamiento no-reproductivo es considerado una amenaza, desde la homosexualidad al control de la natalidad o el aborto como opción. No es suficiente, de acuerdo al derecho religioso, promover la procreación y la heterosexualidad… además es necesario destruir sus alternativas. Helms no está en contra del arte… ¡Está en contra de nuestras vidas! El arte es el lugar seguro de lesbianas y hombres gay para sobrevivir. Helms sabe esto, y encontró una forma para purgar a lxs queers de la única arena a la que se les permitió contribuir en pos de nuestra cultura compartida.
Helms está buscando un mundo libre de diversidad y disenso. Es fácil imaginar que eso sería mucho más cómodo para quienes estén a cargo de ese mundo. También es fácil ver cómo el panorama amerikano se vería debilitado por ese poder. Helms debería directamente pedir lo que está sugiriendo: arte pagado por el estado, arte del totalitarismo, arte que sólo hable en términos cristianos, arte que esté en la misma línea que quienes están en el poder, arte que combine con los sillones de la Oficina Oval. Pedí lo que querés, Jesse, así los hombres y mujeres conscientes podemos movilizarnos contra eso, como hacemos contra las violaciones de derechos humanos en otros países, y pelear para liberar a lxs disidentes de nuestro propio país.
Si sos Queer, ¡Gritalo!
Lxs Queers estamos asediadxs.
Lxs Queers están siendo atacadxs en todos los frentes y me da miedo que nos parezca bien.
En 1969, lxs Queers fueron atacadxs. Estuvo todo mal. Lxs Queers pelearon, tomaron las calles.
Gritado.
En 1990 hubo 50 “Golpizas Queer” en el mes de mayo solamente. Ataques violentos. 3720 hombres, mujeres y niñxs murieron de SIDA en ese mismo mes, causado por un ataque mucho más violento -inacción del gobierno, enraizado en la homofobia creciente de la sociedad. Esto es homofobia institucionalizada, quizás más peligrosa a la existencia de lxs queers porque los atacantes son irrastreables. Permitimos estos ataques por nuestra permanente falta de acción contra ello. El SIDA afectó al mundo hétero ahora y nos culpan por el SIDA para justificar su violencia contra nosotrxs. Ellos no nos quieren más. Nos van a golpear, violar y matar antes de seguir viviendo con nosotrxs. ¿Qué hace falta para que Esto deje de estar bien? Sentí ira. Si la ira no te empodera probá el miedo. Si eso no funciona, probá el pánico.
¡Gritalo!
Tenés que estar orgullosx. Hacé lo que sea necesario para arrancarte a vos mismx de tu estado de aceptación natural. Sé libre. Gritá.
En 1969, lxs Queers pelearon. En 1990, lxs Queers dicen “ok”.
El año que viene, ¿estaremos acá?
[Sin Tìtulo]
Odio a Jesse Helms. Odio a Jesse Helms tanto que me alegraría muchísimo que se muriera. Si alguien lo matara lo consideraría su propia culpa.
Odio a Ronald Reagan también, porque asesinó en masa a mi gente durante ocho años. Pero para ser honesto, lo odio más aún por elogiar a Ryan White sin admitir su culpa, sin pedir perdòn por la muerte de Ryan y por la muerte de decenas de miles de otrxs pacientes con SIDA -la mayoría queer. Lo odio por burlarse de nuestro duelo.
Odio al sorete del Papa y odio al Cardenal John Sorete O´Connor, y odio a toda la soretísima Iglesia Católica. Lo mismo va para los militares, y especialmente para los Oficiales que Defienden la Ley de Amerika, -los policías- sádicos protegidos por el estado que brutalizan a travestis, prostitutas y presxs queer. Odio también los establecimientos de salud mental y física, particularmente al psiquiatra que me convenció de no tener sexo con hombres por tres años hasta que nosotros (o sea, él) me pudiera hacer bisexual en vez de queer. Odio también a los docentes por colaborar cada año en llevar a miles de adolescentes queer al suicidio. Odio el mundo del arte “respetable” y la industria del entretenimiento, y los medios mainstream, especialmente The New York Times. De hecho odio cada sector del establishment hétero en este país -de los cuales los peores quieren, activamente, a lxs queer muertxs, y los mejores jamás arriesgarían sus cuellos para mantenernos con vida.
Odio que los héteros crean que tienen algo inteligente para decir sobre “salir del closet”. Odio a los héteros que creen que las historias sobre ellxs son “universales” pero las que son sobre nosotrxs son sobre homosexualidad. Odio a los héteros artistas que hacen carreras enteras aprovechándose de lxs queer, y después nos atacan, y después actúan dolidos cuando nos enojamos y niegan haberse equivocado con nosotrxs en vez de disculparse. Odio a los héteros que dicen “No sé por qué sentís la necesidad de usar esos pines y esas remeras. Yo no ando diciéndole a todo el mundo que soy heterosexual”
Odio que en doce años de educación pública jamás me enseñaron nada sobre personas queer. Odio que crecí pensando que era el único queer en el mundo, y odio aún más que la mayoría de lxs chicxs queer van a crecer de la misma forma. Odio haber sido acosado por otros chicos que me gritaban maricón, pero odio aún más que me enseñaran a avergonzarme por ser el objeto de su crueldad, que me enseñaran que era mi culpa. Odio que la Corte Suprema de este país diga que está bien criminalizarme por cómo hago el amor. Odio que tantos héteros estén preocupados por MI vida sexual. Odio que tantos dementes héteros se estén volviendo padres, mientras yo tengo que pelear como desquiciado para que me permitan ser padre. Odio a los héteros.
¿Dónde están, hermanas?
La Invisibilidad es Nuestra Responsabilidad
Uso mi triángulo rosa en todos lados. No hablo más bajo en público cuando hablo de amor o sexo lésbico. Siempre le digo a la gente que soy lesbiana. No me gusta que me pregunten sobre mi “novio” ni tampoco digo “no es de tu incumbencia”.
No hago esto por los héteros. La mayoría de ellos no sabe ni qué significa el triángulo rosa. A la mayoría de ellos no podría interesarles menos que mi novia y yo estamos completamente enamoradas o peleando en la calle. La mayoría de ellos no nos ven, hagamos lo que hagamos. Hago lo que hago para alcanzar a otras lesbianas. Lo hago porque no quiero que las lesbianas asuman que soy hétero. Estoy constantemente fuera, donde sea, porque quiero tocarlas. Quizás me notás, quizás empezás a hablarme y nos volvemos amigas. Quizás no nos decimos ni una palabra pero nuestras miradas se encuentran y te imagino desnuda, transpirada, con la boca entreabierta y tu espalda arqueada mientras te cojo. Y somos felices de saber que no somos las únicas en el mundo. Somos felices porque nos encontramos, sin decir una palabra, quizás por un solo momento.
Pero no.
No usarías un triángulo rosa en esa solapa de lino. No encontrarías mis ojos si te sedujera en la calle. Me evitás en el trabajo porque estoy “demasiado” fuera del closet. Me castigás en los bares porque soy “demasiado política”. Me ignorás en público porque traigo “demasiada” atención sobre “mí” lesbianismo. Pero después querés que sea tu amante, tu amiga, querés que te ame, que te apoye, que pelee por “nuestro” derecho a existir.
¿Dónde estás?
Hablás, hablás, hablás sobre invisibilidad y después te vas a tu casa a descansar con tus amantes o de joda a un bar con amigxs y volvés borracha en un taxi o te sentás silenciosa y amablemente mientras tu familias, tus jefes, tus vecinos, los servidores públicos, nos distorsionan y nos desfiguran, nos ridiculizan y nos castigan. Volvés a tu casa y necesitás gritar. Después querés calmar tu ira con una relación o una carrera o una fiesta con otras tortas como vos y así y todo se preguntan por qué no podemos encontrarnos, por qué te sentís solitaria, enojada, alienada.
¡¡Levántense, despiértense hermanas!!
Tu vida está en tus manos.
Cuando arriesgo todo para salir, lo arriesgo por todas. Cuando me arriesgo y funciona (lo que de hecho pasa cada tanto si lo intentás), nos beneficio a vos y a mi. Cuando no funciona, sufro yo sola.
Pero mujer, no podés esperar a que las otras tortas hagan el mundo seguro para vos. ¡Basta de esperar por un mejor futuro para las lesbianas! Ya podríamos haber hecho la revolución si la hubiéramos empezado.
¿Dónde están hermanas? Las intento encontrar, las estoy intentando encontrar. ¿Cómo puede ser que sólo las vea el día del orgullo?
Estamos afuera. ¿Dónde mierda están ustedes?
[Sín Título]
Cuando una persona te ataca por ser queer es una golpiza a todxs lxs queer. ¿Está claro?
Una multitud de 50 personas se van de un bar gay mientras cierra. En la vereda de enfrente unos pibes héteros gritan “Maricones” mientras les tiran botellas de cerveza que los sobrepasa en números de 10 a 1. Tres queer se mueven para responder sin apoyo del grupo. ¿Por qué un grupo de este tamaño se permite callar y aguantar eso?
Plaza Tompkins, día del trabajador. En un concierto/show drag anual, un grupo de gays fueron acosados por adolescentes con palos. En el medio de miles de hombres gay y lesbianas, estos pibes héteros golpearon a dos gay hasta tirarlos al suelo, después se quedaron parados alrededor riendo triunfantemente. El MC fue alertado y alertó a la multitud desde el escenario: “Chicas, tengan cuidado. Cuando se visten así vuelven a los chicos locos”, como si fuera una broma inspirada en lo que las víctimas estaban usando más que un ataque dirigido a todo el mundo en ese evento.
¿Qué habría sido necesario para que esa multitud haga frente a sus atacantes?
Después de que James Zappalorti, un hombre abiertamente gay, fuera asesinado a sangre fría, este invierno, en Staten Island, hubo una movilización en protesta. Solo cien personas fueron. Cuando Yusef Hawkins, un joven negro, fue rematado, en Bensonhurst, por estar en “territorio Blanco”, una cantidad enorme de afroamericanos marcharon, una y otra vez, atravesando todo ese barrio. Una persona negra fue asesinada por ser negro, y la gente de color de toda la ciudad lo reconoció y actuó en consecuencia. La bala que golpeó a Hawkins era una bala para un hombre negro, cualquier hombre negro. ¿Cree la mayoría de los gays y lesbianas que el cuchillo que atravesó el corazón de Zappalorti era sólo para él?
El mundo hétero nos convenció tanto de que somos indefensas y merecidas víctimas de la violencia contra nosotrxs, que lxs queers se inmovilizan frente a una amenaza. ¡Llénense de rabia! Estos ataques no pueden ser tolerados. Hagan algo. Reconozcan que cualquier acto de agresión sobre un miembro de nuestra comunidad es un ataque a cada uno de nosotrxs. Cuanto más permitamos que los homofóbicos nos violenten y nos aterroricen, con más frecuencia y virulencia vamos a ser el objeto de su odio. Tu cuerpo no puede ser un blanco para su violencia. Tu cuerpo merece ser protegido. Tenés el derecho a defenderlo. No importa lo que te digan, tu ser queer tiene que ser defendido y respetado. Tenés que aprender que tu vida es inmensamente valiosa, porque si no empezás a creer eso, les va a resultar fácil arrebatártela. Si sabés cómo inmovilizar gentil y eficientemente a tu atacante, entonces, por favor, hacelo. Si no tenés esas habilidades, entonces pensá en arrancarle los ojos, meterle la nariz hasta el cerebro, cortarle la garganta con una botella rota -¡Hacé lo que puedas, lo que tengas que hacer, para salvarte!
¿Por qué Queer?
¡Queer!
Ah, ¿Realmente tenemos que usar esa palabra? Es problemática. Cada persona gay tiene su propia interpretación de la palabra. Para algunos significa extraño, excéntrico y misterioso. Está bien, nos gusta eso. Pero algunos chicos y chicas gay no se sienten así. Creen que son más normales que raros. Y para otrxs, “queer” trae memorias horribles de sufrimiento adolescente. Queer. Es como mucho pintoresco y agridulce -debilitante y doloroso como lo peor. ¿Podemos usar directamente “gay” en cambio? Es una palabra mucho más alegre. ¿Y de paso, no es sinónimo de “feliz”? ¿Cuándo ustedes, lxs militantes, van a crecer y superar la novedad de sentirse diferentes?
Por qué Queer…
Bueno, sí, “gay” es genial. Tiene su lugar y tiempo. Pero cuando muchas lesbianas y hombres gay nos despertamos en la mañana y nos sentimos enojados y molestos, no nos sentimos gay. Entonces elegimos llamarnos queer. Usamos “queer” como una forma de recordarnos cómo nos percibe el resto del mundo. Es una forma de decirnos a nosotrxs mismxs que no tenemos que ser personas carismáticas y encantadoras que mantienen su vida discretamente, marginadas en el mundo hétero. Usamos queer en tanto hombres gay que aman lesbianas y lesbianas que aman ser queer. Queer, a diferencia de gay, no significa varón.
Y cuando lo usas con otros gays y lesbianas es una forma de sugerir que cerramos filas, y olvidamos (temporalmente) nuestras diferencias individuales porque enfrentamos un enemigo común mucho más malicioso. Si, queer puede ser una palabra dura, pero también es un arma sutil e irónica que le podemos arrebatar al homofóbico para usar en su contra.
No es una policía del sexo
Cualquiera que diga que salir del closet no es parte de la revolución no entiende el punto. Las imágenes sexuales positivas, y lo que manifiestan, salvan vidas porque afirman la existencia de esas vidas y posibilitan que la gente intente vivir amándose en vez de odiándose. Como el famoso “Black is beautiful” cambió tantas vidas, también el “Read my lips” reafirma lo queer contra el odio y la invisibilidad mostrada recientemente en un estudio gubernamental de suicidios en el que se sostiene que por lo menos un tercio de los suicidios adolescentes son de chicxs Queer. Y se ve más aún con el aumento de la transmisión de HIV entre lxs menores de 21.
Somos odiadxs como queers por nuestra sexualidad, o sea, por nuestro contacto físico con el mismo sexo. Nuestra sexualidad y expresión sexual es lo que nos hace más susceptible a la violencia física. Nuestra diferencia, nuestra otredad, nuestra singularidad puede paralizarnos o politizarnos. Esperemos que la mayoría de nosotrxs, no deje que nos mate.
[Sin Título]
¿Por qué dejamos a los héteros entrar a nuestros boliches queer? ¿A quién carajo le importa si nos quieren porque “sabemos cómo hacer una fiesta”? ¡Tenemos que saber hacer una fiesta para sacarnos de encima toda la mierda que nos hacen sentir constantemente! Se besan donde quieren, toman muchísimo espacio en la pista haciendo coreografías ostentosas en pareja. Muestran su heterosexualidad como una señal de “mantener distancia”, o como título de propiedad.
¿Por qué mierda los toleramos cuando invaden nuestros espacios como si fuera su derecho? ¿Por qué dejamos que refrieguen su heterosexualidad -un arma contra nosotrxs- en nuestras caras en los pocos lugares donde podemos ser sexis sin temer ningún ataque?
No podemos dejar que los héteros pongan todas las reglas. Empecemos por colgar este cartel en la puerta de cada bar y boliche queer:
– Reglas de conducta para pakis:
1. Mantené las muestras de afecto (besarte, estar de la mano, abrazar) al mínimo. Acá tu sexualidad es indeseada y ofensiva para muchxs.
2. Si tenés que bailar lento, sé tan discreto como puedas.
3. No te quedés mirando a lesbianas o gays, especialmente a “marimachos” o drag queens. No somos tu entretenimiento.
4. Si no podés lidiar comodamente con alguien de tu mismo sexo intentando levantarte, andate.
5. No pavonées tu heterosexualidad. Sé discreto. Arriesgate a ser tomado por torta o puto.
6. Si sentís que estas reglas no son justas, andá a pelear contra la homofobia en boliches paki, o
7. Andate a la mierda.
Odio a los héteros
Tengo amigxs. Algunos de ellos son hétero.
Año tras año veo a mis amigos hétero. Quiero verlos, para ver cómo andan, para agregar novedad a nuestras largas y complicadas historias, para experimentar la continuidad.
Año tras año me sigo dando cuenta que los hechos de mi vida son irrelevantes para ellos y que solo me escuchan a medias, que no soy más que un apéndice de quienes viven en un mundo superior, un mundo de poder y privilegio, el de las leyes de instalación; un mundo de exclusión.
“Eso es mentira”, discuten mis amigos hétero. Pero hay una certeza en las políticas de poder: quienes se encuentran marginadxs ruegan que lxs incluyan, mientras los que están adentro dicen que ya lxs incluyeron. Los hombres se lo hacen a las mujeres, los blancos a los negros y todo el mundo a lxs queers.
La principal línea divisoria, consciente e inconsciente, es la procreación y esa palabra mágica -familia. Frecuentemente, quienes nos concibieron nos desconocen cuando se enteran quienes somos y, para peor, nos prohíben tener a nuestrxs propixs hijxs. Somos castigadxs, insultadxs, dejadxs de lado, y tratadxs como sediciosxs en términos de crianza, condenadxs si lo intentamos, condenadxs si no. Es como si la propagación de la especie fuera una directiva frágil y si todo el mundo no la estuviera cuidando y promoviendo en su agenda, la humanidad se derretiría de nuevo en un caldo primigenio.
Odio tener que convencer a los héteros de que las lesbianas y los gays vivimos en una zona de guerra, de que estamos rodeadxs por estallidos de bomba que, parece, solo nosotrxs podemos oír; de que nuestros cuerpos y almas están amontonados en una pila demasiado alta, muertxs por el espanto, golpeadxs o violadxs, muriendo de tristeza o enfermedad, despojadxs de nuestra humanidad.
Odio a los héteros que no pueden escuchar la rabia queer sin decir “Ey, no todos los héteros son así. Yo también soy hétero, ¿sabés?” como si sus egos no tuvieran suficiente protección en este mundo arrogante y heterosexista. ¡¿Por qué tenemos que cuidarlos a ellos en el medio de nuestra bronca por su sociedad de mierda?! ¿Por qué necesitamos agregarle “Claro, vos no. Vos no sos así”?. Dejemos que ellos mismos se den cuenta si tienen o no que ser incluidos en nuestra ira.
Pero, claro, para eso tendrían que realmente oír nuestra rabia, lo que casi nunca hacen. La rechazan, diciendo “No soy así” o “Mirá cómo generalizás” o “Se cazan más moscas con miel…” o “Si te focalizás en lo negativo les das más poder” o “No sos la única en el mundo que está sufriendo”. Dicen “No me grites a mi, estoy de tu lado” o “Creo que estás exagerando” o “Que amargo que sos”.
– Permitite enojarte
Nos enseñaron que lxs buenxs queers no se enojan. Nos enseñaron demasiado bien, no solo a esconder nuestra bronca ante ellos, sino entre nosotrxs. Incluso la escondemos de nosotrxs mismxs. La escondemos con drogas, alcohol y suicidios y haciendo de más para demostrar que valemos. Nos golpean y acuchillan y disparan y bombardean cada vez más, y así y todo nos escandalizamos cuando un grupo de queers furiosxs llevan pancartas que dicen Devolvé el golpe. En la última década nos dejaron morir en masa y aún así le agradecemos al presidente Bush por plantar un árbol de mierda, lo aplaudimos por comparar los números de muertes de personas con SIDA con los de muertos en accidentes de tránsito por no usar cinturón. Enojate. Permitite enojarte porque el precio de la visibilidad es el riesgo constante de violencia; violencia anti-queer a la que prácticamente cada parte de esta sociedad contribuye. Enojate porque no hay un solo lugar en este país en el que estemos segurxs, no hay un lugar donde no seamos el blanco de odio y ataques, de la homofobia internalizada, el suicidio -del closet.
La próxima vez que algún hétero te llame la atención por enojarte, decile que hasta que las cosas cambien, vos tenés toda la evidencia de que el mundo también gira gracias a vos. Que no necesitás ver solo parejas hétero comprando en el supermercado de la tele… que no querés que te refrieguen en la cara más imágenes de bebés hasta que puedas tener a tus propixs hijxs. No más bodas, baby showers, aniversarios, por favor, salvo que sean de tus hermanos o hermanas celebrando. Y deciles que no te menoprecien diciendo “Tenés derechos”, “Tenés privilegios”, “Estás exagerando”, o “Tenés mentalidad de víctima”. Deciles “Andate de acá, hasta que vos cambies”. Andate e intentá un mundo sin lxs valientes y fuertes queers que son su columna vertebral, sus tripas y cerebro y alma. Andá, deciles que no vuelvan hasta que hayan pasado un mes caminando de la mano en público con alguien de su mismo sexo. Después de haber sobrevivido eso, ahí si vas a escuchar lo que tienen para decir de la rabia queer. Hasta entonces, deciles que se callen y escuchen.
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Notas:
Todos los insultos e incluso referencias a genitales en el original aparecen con “…”, posiblemente por ser un texto repartido como panfleto.
Los tejidos se hacían con los nombres de las víctimas del SIDA y fue una de las formas más claras de visibilización de la muerte causada por este síndrome.
Así en el original.
“Amerika” y sus derivados es una forma satírica de escribirlo (referido siempre a Estados Unidos) para criticar su fascismo y autoritarismo.
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