¿Cómo perder la objetividad en diez segundos?
Por Joaquín Rodríguez
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Ya que estamos en este espacio tan específico entre las PASO y las elecciones, que como el mundial nos reúne en nuestras diferencias más brutales, se me ocurrió como estudiante y, por qué no, como amateur analista del discurso, analizar una frase -no ya de cualquiera de los candidatos presidenciales, sino, para darle interés, y de cierta forma, entidad en un blog- de un hombre, 63 años, de clase baja de la zona norte del conurbano bonaerense.
Sin seguir divagando, la frase:
“Si en vez de dársela gratis [la universidad] se la cobraran [a los extranjeros], tendrían [ustedes, los alumnos de la UBA] mejores condiciones y ellos podrían seguir estudiando”
Vale aclarar el contexto. El participante empezó su monólogo con una explicación sobre cómo había obtenido toda la información que iba a decir después. Contó que, por whatsapp, le llegó un mensaje reenviado de un cirujano, (después de una búsqueda intensa no lo pude encontrar copiado en internet) que, aún no siendo su campo, le pareció importante dedicarse a investigar sobre el tema. Este cirujano encontró que el problema de Argentina, entre otras cosas, eran los subsidios por hijo, y la salud y educación gratuita para extranjeros.
Es imposible perder de vista la fuerte autoridad que tiene la imagen de, no solo un médico sino un cirujano, y cómo, contrario a lo esperable, el hecho de que se dedique a algo para lo que no tiene ninguna formación (o al menos, no fuera de la formación autónoma que dice tener), no se toma acá como algo que disminuya esa autoridad, sino incluso como un agregado, por la alta disposición moral que tiene para haberse ocupado de algo que no le “debería importar”.
Definitivamente sería interesante analizar todo lo dicho sobre la primera parte de su discurso, sobre lo del subsidio por hijo. Baste, por contexto aclarar que, cuando se le mostraron los datos de ANSES y se le evidenció que no existe tal cosa como que haya gente que se embarace para cobrar el plan, o al menos, que no son un porcentaje considerable (sacado de La Nación), le alcanzó con responder en tono gracioso que “La Nación, como Clarín, miente”.
Entonces, teniendo en claro el contexto en general, pensemos lo particular en el remate de todo contexto.
“Si en vez de dársela gratis se la cobraran”
El enunciado empieza con un condicional, casi un clásico, en este caso es interesante “dar” como verbo porque está completamente elidido quién es el que da. El objeto, lo que se da, se puede reponer fácilmente por contexto, pero puesto así, pasivizado, “la universidad se da a los extranjeros” nos falta el importantísimo sujeto. ¿Es el estado? ¿Es la universidad misma que se da, en su autarquía? ¿Es el pueblo?. El hecho de que la frase empiece pasivizada tiene una fuerza increìble. El “dar la universidad” es un hecho, y nadie puede encontrar al sujeto. Sin duda es una mención aparte el “gratis”, que, como es usual en cualquier persona que no está transitando la universidad, resuena fuerte desde el “Pública, gratuita, de calidad”. Ese “gratis”, relacionado con “desmerecido”, con “sin haber hecho nada para conseguirlo”, con la idea misma de meritocracia, se vincula directamente al extranjero, irónicamente, desde el punto de vista de alguien cuyo apellido italiano, no le deja demasiado espacio discursivo. “Cobrar”, obviamente relacionado a un bien como la harina, la leche, la luz y el gas, presente para cerrar esta primera parte.
“tendrían mejores condiciones y ellos podrían seguir estudiando”
Me parece sumamente interesante pensarlo, porque es cuando intenta justificarse y empatizar. De cierta forma, este enunciado es el que intenta permitir que el diálogo no se corte, teniendo en cuenta a su interlocutor. Es el enunciado que reconoce que lo dicho antes está cerca si no traspasa el límite superior de lo aceptable para decir en una conversación, y por eso apunta, no solo en un principio al beneficio directo del interlocutor, como parte del estudiantado de la UBA, sino que además, si al interlocutor le queda alguna duda de cancelar y cortar de raíz este intercambio, agrega una apreciación. Este enunciador asegura que su intención última no es que “Ellos (en contraposición clara a un nosotros inclusivo) no estudien” sino que “Cualquiera que estudie, estudie en mejores condiciones”, intentando salvarse así de la posible crítica.
Hay en este pequeño artículo no del todo bien armado una serie de huecos que algunx lector podrá cuestionar, ciertos supuestos no cuestionados. Las críticas bien pueden ser hechas, y como analista me disculpo si no fui todo lo claro que se puede ser en el acotado espacio de lectura que se le da a un artículo así en un blog. Sirva como forma de cubrirme al menos parcialmente de estas críticas o, al menos, de señalar mucho más específicamente al enunciador, que la discusión terminó, de parte del enunciador (y en una clara muestra de no-contemplación del límite superior, en una evidencialización ideológica clara) con la siguiente la frase
“Pero cómo no voy a saber [si son bolivianos], yo viajé en el 47 a las seis de la mañana con el olor que tienen”
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